Así es esto, Isaac. Saludos
Lo que debía ser un acto histórico para las víctimas de desaparición en Jalisco terminó envuelto en formas burocráticas y gestos de protocolo que dejaron un sabor amargo
PORTADAAL ESTILO JALISCO


Lo que debía ser un acto histórico para las víctimas de desaparición en Jalisco terminó envuelto en formas burocráticas y gestos de protocolo que dejaron un sabor amargo.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) había emitido la recomendación 167/2023 para que el Gobierno del Estado reconociera públicamente su omisión en la investigación por la desaparición de Dalia Guadalupe Cruz Guerrero, Luis Ramón Enciso, Emilia Carolina Naranjo García y Bernardo Cedano Vilchis, ocurrida en 2010.
El 14 de agosto de 2025, el gobierno organizó el evento para “cumplir” la recomendación. Las imágenes oficiales muestran a Natividad Guerrero, madre de Dalia, recibiendo flores del Secretario General de Gobierno, Salvador Zamora. Sin embargo, la propia Natividad declaró al diario Mural que se sintió “revictimizada” y que no entendía por qué las familias “incomodan tanto a la Fiscalía”.
Lo dijo con todas sus letras: la Fiscalía sigue maltratando a las familias de personas desaparecidas, incluso en el momento de pedir perdón. Que la disculpa cambió de fecha tres veces, que no estaba el fiscal y que la forma fue revictimizante.
En medio de esa cobertura, recibí un mensaje por WhatsApp del director de Comunicación Social del gobierno estatal. Me envió la liga con el comunicado de prensa, videos, fotos y la transmisión oficial. Yo respondí:
—“Disculpas públicas, pero en lo oscurito, Al Estilo Jalisco”.
Su respuesta fue:
—“Hola Isaac. Te quedaste en el primer tuit. Hubo acceso a medios y se transmitió vía YouTube. Allí lo puedes consultar.
La prioridad de acceso fue para los invitados de los colectivos. Cuando vimos que habría espacio, pasaron los medios.
Así es esto, Isaac. Saludos.”
Y sí, así es esto. Un acto de disculpa pública que, según la autoridad, cumplió con el protocolo; pero que, según la madre de una víctima, volvió a herir. Entre la frialdad del boletín oficial y la realidad emocional de quienes buscan a sus familiares hay un abismo.
Este no es un caso aislado. En Jalisco —como en otras partes de México—, el discurso oficial sobre derechos humanos y justicia convive con prácticas que, en los hechos, perpetúan el dolor de las víctimas. Cumplir la recomendación de la CNDH es un paso; garantizar que ese cumplimiento no revictimice, es la verdadera obligación.
El gobierno asegura que su compromiso es “entender de manera firme y prioritaria la desaparición de personas”. Las familias, en cambio, miden ese compromiso no por lo que se dice en un comunicado, sino por lo que sienten cuando se les mira a los ojos. Y ahí, la deuda sigue intacta.

