Boletín vs calle
El gobierno de Jalisco presume “tendencia a la baja” en desapariciones. El mismo día, una familia entera desaparece, Papá, Mamá y una menor de 3 años. Ellos no lo saben, pero en el boletín ya los dieron por encontrados.
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Hoy el gobierno de Jalisco presume “tendencia a la baja” en desapariciones y 59.5% de “eficacia en localización”. Foto de oficina, cifra redonda, pecho inflado. Soberbios frente a su discurso irreal.
Mientras tanto, en Atotonilco El Alto desapareció una familia completa: Luis Eduardo, Paula Jatziri y Ángela Sofía, 3 años. Se les vio por última vez el 1 de agosto. Sus familiares ya tocaron la puerta de la Comisión de Búsqueda. La autoridad responde con trámite: “no hay denuncia”, “presenten escritos”, “procedan…”. El reloj corre, el miedo también.
Ese es el contraste que duele: un boletín que canta victoria y una niña que no está.
La estadística dice “localizados”. La calle pregunta: ¿vivos? ¿cuándo? ¿cómo?
La estadística dice “cuarto lugar nacional”. La calle responde: primer lugar en angustia.
En Jalisco somos expertos en mover el lenguaje: “tendencia”, “eficacia”, “coordinación”. Pero a una madre no la consuela un porcentaje. A un abuelo no lo abraza un ranking. A una niña de tres años no la trae de vuelta un comunicado.
La ruta real para encontrarlos sigue siendo la misma que César Guzmán nos repetía: tiempo, coordinación sin pretextos y trabajo de campo. No excusas, no selfies, no aplausos.
Cuando una familia entera desaparece, el mensaje institucional no puede ser “falta denuncia”: se busca y se investiga de inmediato. El papeleo se arma en el camino; la vida no espera.
Que el Gobierno quiera buenas noticias, se entiende. Que maquille la tragedia, no.
Porque aquí no faltan cifras, faltan personas.
Porque aquí no sobran boletines, sobran sillas vacías.
Se llaman Luis Eduardo, Paula Jatziri y Ángela Sofía.
Tomemos las calles y repitamos sus nombres hasta que vuelvan.
Y hasta que el discurso deje de tapar la realidad que sangra.