No fueron balas al azar

No estaban armados. No buscaban guerra. Daban cursos de prevención. Pero alguien los quiso callar. 102 casquillos en el suelo. Dos vidas perdidas. Una lucha por seguir con vida.

COMUNIDADPORTADA

Isaac Guzmán

5/30/20251 min read

Hace casi dos semanas asesinaron a César Guzmán.

Y aunque lo repito en voz alta, todavía no logro digerirlo.

Lo mataron junto a Carlos Amador Chavela, su compañero de academia, mientras Pablo Cajigal —también profesional, también formador, también íntegro— recibió nueve impactos de bala y hoy, contra todo pronóstico, sigue vivo.

Sé que hay quienes prefieren el silencio. Pero yo no puedo.

Porque no fue un asalto. No fue un accidente.

Fue una emboscada. Un acto brutal, ejecutado con precisión y saña.

Los datos duelen: más de 100 disparos. Casquillos de 9mm, 5.56mm, .40, .45. Armas automáticas. Fuego cruzado. Balas deformadas. Una ejecución pensada, planeada.

Lo sospechamos desde el primer momento, y ahora lo confirma Arturo Fontes, agente del FBI retirado y compañero de trinchera de César: "Fue una represalia. Un cártel, molesto por el endurecimiento de medidas y sintiendo la presión de Washington, decidió enviar un mensaje".

En ese lugar no había armas. Solo conocimiento. Experiencia. Trabajo honesto. Una mesa de consultores comprometidos con evitar que más jóvenes fueran reclutados, que más vidas se perdieran. Y a eso respondieron con plomo.

Hoy, mientras Pablo se recupera y espera autorización para regresar a Chihuahua, su familia aún necesita apoyo económico. Pero también necesita algo que el dinero no puede cubrir: memoria, justicia, y verdad.

A César lo mataron por no corromperse. Por seguir haciendo lo que muchos dejamos de hacer.

Y hoy, aunque me tiemblen las manos al escribir, lo que me queda es esto: contar lo que pasó, recordar sus nombres, hablar con claridad. Porque el silencio, no puede ser opción.